Cuba: “color y calor al son”.
Contemplo un día más el amanecer de La Habana, capital de Cuba donde el bullicio de sus gentes se oye a través de sus cuadras llenas de impresionantes edificios coloniales en decadencia y carros americanos que se caen a pedazos de los años cincuenta.Pero esto no afecta a sus gentes: Al esplendor del sol de Cuba, cuyos rayos multiplican el color de sus edificios, se une el atractivo de una gente abierta, amable, culta y cálida como la música que suena en cada esquina. El color de Cuba y el calor de sus gentes están hechos a la medida del ideal de vida del ser humano.
Es una lástima que los avatares de la coyuntura internacional de la economía se ceben contra un país que es todo él un precioso vergel porque todos cuantos lo han visitado reconocen que es de los más hermosos de la tierra.Hay dos Cubas: La de los cubanos, en las que las necesidades más dramáticas se huelen, y la de los turistas en las que no falta de nada.
Visitar Cuba, supuso par mi como un Dèjá vu. Volver a mi niñez en el pueblo de mi abuelo, todos en la calle, niños jugando libres, puertas abiertas, gente a la entrada de sus casas charlando de la vida, tomando la fresca y hablando de sus cosas sin prisa.
En el ambito de la cultura visual, los coches de los cincuenta, conviven con los carros tirados por caballos y las ruinas de los edificios que antaño fueron grandes y lujosas mansiones llenas de riqueza y esplendor.Carros americanos a los que llegaron sus penúltimos días de vida y a los que aun les quedan muchos kilómetros por recorrer: Buick, Cadillac, Chevrolet, Chrysler, Dodge, Ford Lincoln Continental, Mercury, MG, Plymouth… Quizá nuestra economía no era tan precaria hace 40 años como allí, pero el sentir era el mismo.Eramos más felices, aunque teníamos menos recursos que ahora y solo había dos canales de TV.
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