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Los últimos bañistas (Ernie Records, 2011)
La música española está vivendo una buena época. No hablo de la industria, hablo de las posibilidades que se abren cada vez que uno coloca en la pletina o en el tocadisco una nueva referencia de alguna banda. Letras trabajadas, melodías que juegan con referencias anglosajonas pero son capaces de aportar una cierta originalidad de arreglos fuera de los estándares…un ejemplo claro lo tenemos en el nuevo disco de Los últimos bañistas, un LP notable en el que influencias como las de Standstill son evidentes, por ejemplo en Febrero, pero también tienen tiempo para remitir a bandas del ruidismo sónico de los noventa argentinos, Babásonicos o Estelares, fusionando electricidad y narcosis en ¿Cuál es? Lo ves, o manejando el susurro acústico en Esto es revolución. Pop de alto voltaje, guitarras a flor de piel, la penuria tóxica que trae la fragilidad. El primer corte, Nadia, es un tema magnífica, de potencia sureña, en la vertiente que alimenta a las bandas del sur con los efluvios de Granada. Los últimos bañistas despachan en diez canciones un catálogo de melodías resultonas donde la voz de Manu Gil arrastra al oyente a estadios de afinidad emocionad hasta el burbujeante final de Tan lejos hasta volver.
Señales de humo de María José Hernández.
El nuevo disco de María José Hernández es un ecléctico compendio de estilos y arreglos, perfectamente guiados por la sobresaliente voz de la compositora. Efluvios de café cantante, tonadas delicadas donde lo formalmente acústico se entremezcla con punteos eléctricos y percusiones que dan un sabor primoroso a las composiciones. Más allá del tópico del cantautor aferrado a su guitarra de palo, las canciones de María José Hernández son abundantes en especias y recovecos, de una poesía cotidiana que permite el engarce perfecto entre la melodía y el texto. Dos guitarristas sobresalientes al frente de la instrumentación, Joaquín Pardinilla y el siempre abierto e imaginativo Rafa Domínguez, sustentan la calidez de los arreglos. Un disco de sensualidad contenida, de perspectivas enfrentadas, un LP de madurez el que nos entrega María José Hernández, para degustar en el sosiego de los días, una y otra vez.
Apúntame a a mí primero de Tachenko (Limbostarr,2011)
La trayectoria de Tachenko siempre ha estado marcada por pequeñas golosinas que, en forma de EP´s intermedios, aligeran la espera de sus fans y permiten juegos y guiños desde sus caras B. Este es caso de este nuevo material de la banda de Sergio Vinadé, cuatro temas, con su versión final incluida para servir de puente hacia el próximo largo.
Se abre con Yo no quiero sonar moderno, una declaración de principios en la voz de Sebas Puente con una mirada solapada hacia el Bagdad de los Negativos y las luces de neón como guía, un tema con una letra afilada cubierta de la engañosa suavidad del pop. Seguimos con Armas tomad, épica de los malencarados que enlaza de manera sinuosa con Compañeros del Metal y cerramos las composiciones propias con El Alud, con una deliciosa pincelada de trompeta que abre las ventanas de la casa para que entre la luz y suene una excelente versión del Mediterráneo de Serrat, venerable revisión de un clásico a las orillas del mar que casi te hace saborear el vino pesado y el pan recién hecho en la primera tarde del verano. Con esta anécdota que crece hasta devorar el EP y dejar (lástima, porque El Alud es una canción estupenda) los temas de la banda zaragozana en un segundo plano. Pero la verdad que la lucidez con la que llevan Tachenko a su terreno la canción del cantautor catalán es absoluta.
Reseña de Mujer Satélite de Hotel (Autoeditado, 2011)

Segundo EP de Hotel, tras el estupendo La Suite de Marc Star, llega a nuestras manos Mujer satélite, cinto temas de factura precisa producidos por el mítico Josu García (este señor, no lo olviden, tocó con Mas Birras y en la última encarnación de Tequila, palabras mayores), que ha sabido recoger la imaginería del rock que rebosa en los temas de Hotel y les ha devuelto una grabación con la que empezar el ascenso a las ligas mayores de nuestro país. Abrimos con Tres lados, salvaje y eléctrica, como una declaración de intenciones en la onda de los Burning de los noventa, el siguiente tema, Mujer satélite, juega con las percusiones a lametazos más funky, como si el ácido reguero de los Stones hubiera impregnado el camino hacia los puentes de Babilonia. Lo que dicen por ahí es el medio tiempo punzante que todo buen disco de guitarras tiene que tener, épico como lo son los caballos salvajes cuando se detienen por fin a dormir en un buen colchón de órgano hammond y guitarra acústica. Nos vamos al cielo del beat y el punkrock, chulesco y demoledor, tenemos una habitación de hotel, la Suite 303, después de un buen bolo, nuestras panderetas están afinadas y el dealer está a punto de llegar, todos los fantasmas tendrán su merecido. Para cerrar, movamos el dial hasta conseguir una emisora donde estén sonando los Proscritos, bien, dale fuerte a los pedales, dame psicodelia, no sé si estoy mirando el mapa al revés o es que tú tendrías que cambiar de perspectiva, no queda mucho, Un día menos, chaval. Una banda , Hotel, que sabe subirse a los escenarios con actitud y canciones, que ha grabado uno EP maduro, profesional, uno de los que permiten un salto cualitativo en la música aragonesa.
Weird stories de El Brindador (Gelmar, 2011)
Segunda entrega en un breve lapso de tiempo de El Brindador, nuevas canciones editadas de nuevo por el sello aragonés Grabaciones en el Mar. Si en el anterior EP la austeridad era la nota predominante en lo instrumental, en este Weir Stories, hay alguna pincelada más de color, lo que lo hace un disco más rico. Y es que Eric se ha acompañado de dos pesos pesados de la escena regional, Pablo Jiménez y Cristian Barros, ambos de Picore, para añadir especias suculentas a un guiso espeso y muy nutritivo para el melómano.
Song from another time empieza como una canción religiosa de Johny Cash para crecer a base de teclados y percusiones hacia la oscuridad alimenticia de Mark Kocelek. The Things you´ll never know nos remite ineludiblemente a la saga Buckley, más allá del canto de las sirenas, hasta llevarnos a un hipnótico cabaret bucólico para una canción deliciosamente abierta. Forks&Knives, con un fraseo perfecto, de la escuela de Scott Walker, se convierte en un tema lleno de recodos donde los sabores se van sucediendo, oscuro cuando toca, luminoso en su faceta más épica, preciso como un amanuense de canciones extraído de la tradición perfecta. Música para las personas extrañas que encuentras en los transportes públicos, asimétrica como los días, así suena Casual Day. Jerks around midnight, es una composición brumosa para un estribillo de los que se cantan al cerrar las tabernas, afinado en el tono del ajenjo y acompañado de los amigos efímeros que solo duran una noche. Paredes, con su apariencia juguetona, revisa las cuerdas que todos tenemos que pulsar antes de llegar al final, con The Trick, posiblemente el corte más Tindersticks de todo el disco, otoñal y magnífico.
Weird Stories, más elaborado que su anterior Ep, es uno de esos discos en los que uno tiene la sensación de estar escuchando algo serio, fuera de los entretenimientos fatuos con los que los mediocres nos abruman. Un disco de escucha continuada, atemporal.
Equilibrio Inestable de Igor Paskual (Pop Música, 2011)
Primer LP en solitario de Igor Paskual, ideólogo fundador de la mejor banda de glam que ha habido en España, Babylon Chat y uno de los responsables principales del renacimiento de Loquillo en estos últimos años desde su puesto a la diestra eléctrica de la banda de acompañamiento del de Clot.
Equilibrio Inestable es un disco abierto, de guitarras cuidadas y lleno del eclecticismo musical en el que se mueve con comodidad Igor Paskual: glam, pop español chulesco, miniaturas americanas de drobo y piano… Música para traicionar tiene un tono épico muy en la onda de las últimas producciones de los Trogloditas, la densidad acústica de Pierdo la calma es perfectamente con los apuntes de primero de estrella del rock que sirven para rematar la letra, con una trompeta deliciosa en mitad de la fanfarria. El macarrismo de los quemados, del caminar salvaje de las mujeres fatales, de esas a las que solo se puede lamer el camino por el que pasan, aparecen en el single Chica de gama alta. Medio tiempo para Bebemos, pequeña banda tributo al olvido y la absenta. La mandolina de Volver da al tema el inequívoco tono de carretera que pide la canción, los grandes outsiders, los fuera de la ley que viven en moteles y habitaciones alquiladas por días en capitales de provincias. La montaña rusa del amor hace su aparición en Bipolar, uno de los temas más arriesgados del disco, con corazones sintéticos programando los días. La Bahía es una pequeña estampa cotidiana del domingo por la tarde, es el momento para el descanso del guerrero, he vuelto a la ciudad y sólo quiero respirar un minuto. Mis amigos (all my friends) es un arrebato generacional de unos tipos cansados de ser malditos a tiempo parcial, dentellazo de electricidad para aguantar el tirón. El humo de Tom Waits hace su aparición en El Peor novio del mundo, todos sabemos que el amor no se puede mensurar, Igor Paskual mirándote a los ojos, a ver si eres capaz de sostenerle la mirada. Más amor irregular, del filial y visceral en Mi Funeral para entrar en el Charly García autoparódico vía las muñecas de Nueva York en Automedicación, como si Johny Cash hiciera una versión de Nine Inchs Nails. El cierre, con uno de los mejores temas del disco, El Corazón de Hielo, redondo en el fraseo y en la estructura.
Un disco confesional el de Igor Paskual, el del tipo que se reconoce frente al espejo, con todas sus virtudes y defectos, un disco pulcro (quizá demasiado, la próxima vez queremos más descuido rockero y más arriesgado con los textos) de un compositor notable, que maneja muy bien registros clásicos.
Crónica de Miguel Ríos en el Príncipe Felipe de Zaragoza
Texto: Octavio Gómez Milián Fotos: Oscar Parra
El nombre de Miguel Ríos está señalado con negrita en la hoja resumen del rock español. Abrió la veda de las adaptaciones anglosajonas a la vera del gran Enrique Guzmán y sus Teen Tops, pero también buscó entre los compositores y arreglistas de la época dorada de los EP´s en España para dar forma a una carrera seria y muy bien estructurada que ha dejado grabadas en nuestra memoria algunas de las mejores canciones de la historia.
El pasado viernes y en un ambiente que mezclaba a puretas y carrozas (qué gran palabra, carroza, ha pasado a ser casi retro), con aficionados al rock en castellano de siempre, ese que mira sin tapujos al otro lado del charco y sabe que nuestro idioma puede ser, sin duda, un elemento emocional válido en el pop, entre el público pude ver a Gabi de Insulina Morgan, a Sam de los Twangs, Jorge Reverendo… gente afín, más que al mito, al concepto de Miguel Ríos.
Porque Miguel Ríos, sobrado de voz y actitud, eléctrico y soulero, dio un concierto impresionante: Abrió con Memorias de la Carretera para enganchar con Bienvenidos, sin solución de continuidad, ayer y hoy, Generación Límite, Antinuclear y este tema de principios de los ochenta, Nueva ola (la memoria como combustible del mañana).
Miguel Ríos, con una banda contundente, dos guitarras, metales polivalentes (que aportaban la esencia acústica cuando era necesaria), más Luis Prado del Señor Mostaza en las teclas (hacía unas semanas había tocado en la Lata de Bombillas para menos de cincuenta personas) y una sección rítmica impecable (y fundamental en un recorrido por la música popular de los últimos cuarenta años), dio muestras de una forma física envidiable.
Paró en esos oscuros discos de los ochenta, inyectando potencia orgánica a esas composiciones saturadas de sintetizadores: del LP La Encrucijada del año 1984 hizo Niños eléctricos o la Reina del Keroseno pero también se fue a sus comienzos, Yo sólo soy un hombre (con un aroma negro de metales) o Vuelvo a Granada (magnífico estribillo para una canción evocadora). También Raquel es un burdel (con evidentes referencias a Joaquín Sabina), el alegato antidroga de Un caballo llamado muerte o por supuesto, Rockandroll Bumerang (con proyecciones de grandes del rock español e internacional).
Durante el concierto, además de bailar, me detuve a enumerar los compositores que han puesto sus palabras y melodías al servicio de la privilegiada garganta del granadino y fíjense: no faltó En el ángulo muerto de José Ignacio Lapido (momento cumbre en el recital, la conexión con Granada, la cartografía del perro eléctrico), Fernando Arbex (alguien debería recordar a este hombre, uno de los artistas totales que construyó la música en este país, con los Brincos, Barrabás y mil producciones más) que es el autor de esa joya, de esa miniatura por la que no pasan los años que es El Río, El Ruido de Fondo de los hermanos Auserón (y el momento aragonés del concierto, en el que Ríos recordó a Bunbury y Amaral, pero también a Rocky Kan o Chico Valento), en la parte final desarrolló el exquisito medley de Rock and Ríos dedicado al rock de finales de los setenta, el rock del sello Chapa (el de antes de la movida), visitando a Moris y su Sábado a la noche, a los Burning y Mueve tus caderas, al Rosendo de Leño con Maneras de Vivir… pero también, y con mucho gusto, Miguel Ríos ha rebuscado en el cancionero de los grandes del Río de la Plata: fue el primero que puso el foco sobre Charly García del que recuperó No voy en tren, pero también Todo a pulmón de Alejandro Lerner (que fue el invitado estrella del concierto en Zaragoza) y, por supuesto, una de esas canciones tatuadas en la memoria de tres generaciones, Santa Lucía de Roque Narvaja.
El cierre, inevitable, con el Blues del autobús, con Bye Bye Ríos…aunque, no faltó, en éxtasis colectivo, el Himno a la Alegría, épico, pesado, la última piedra de toque para un grande, uno de los que definen la emoción de la música como nadie. Satisfecho y contento, abrazado a mi padre (él estuvo en la Plaza de Toros en los ochenta, en los noventa fuimos juntos a verle con la BigBang Ríos y cerrábamos el pasado viernes el círculo), volví para casa, creyendo, una y mil veces, en el rockandroll, en el rockandríos, claro.
La próxima entrevista será la última: Miqui Puig
Texto: Octavio Gómez Milián
Foto: Gustaff Choos
El próximo sábado en el Jarvis Club de Zaragoza (C/María Lostal) estará actuando en acústico Miqui Puig (y posteriormente pinchando). Aprovechamos esta feliz circunstancia para hacerle una entrevista exclusiva (y entrevistarle el próximo viernes por la mañana en Cadena Ser Bajo Gállego junto a Patricia Imaz):
-Miqui Puig vuelve a Zaragoza y eso siempre es una alegría. Estará el próximo sábado en el escenario del club Jarvis repasando temas clásicos de su banda, de su carrera en solitario y versiones. Eso es lo oficial, lo que pone en el flyer, pero ¿qué nos vamos a encontrar el próximo sábado en el escenario, Miqui?
A un Miqui que se ríe de él, del muerto y del vivo. Un espectáculo donde Miqui suspende en cantautor a pesar de llevar barba antes de que se pusieran de moda. La barba de Miqui es para disimular papada. Blue eyed soul de salón, un monton de bellas melodías.
-Miqui, no paras, música, televisión, radio, periodismo, sesión de pinchadiscos…¿eres uno de los pocos mileuristas de la cultura en España?
¿Mileurista? ojalá, lo nuestro es supervivencia, pero con ganas de superarlo, un secreto: sueño con una año selvático, que no sabatico. Ya me entiendes
-El proyecto setlist, que ha contado con las actuaciones de La Habitación Roja y Santi Balmes, incluye canciones en formato acústico, pero también versiones de canciones favoritas. Hace no demasiado publicaste un exquisito EP Barcelona, donde incluías temas de bandas barcelonesas que te han influenciado, tanto musical como sentimentalmente, ¿Habrá continuidad de ese EP? ¿Incluirás algunas en el repertorio del sábado?
Alguna caerá el sábado, son de mis canciones de toda la vida. ¿ Es casualidad o fue sacar yo el EP y empezar a ver discos de versiones? en ocasiones veo muertos y feos también. La última de un enterado fue decir que lo había hecho porque ya no tenía nada que decir. Pues eso, muertos.
-Como cantante solista, creo que tu intención es volver al formato básico de cuarteto pop rock para volver a la carretera…¿Crees que es el futuro (si hay alguno) de la música en directo en este país? (sin demasiados músicos, polivalentes en cuanto a escenarios y público)
Volver a las catacumbas como los desterrados de miles de culturas centenarias que pasan de padres a hijos por pura tradicion oral. asi vemos el futuro con mis musicos y nos hemos bautizado con un nombre que nos define: Agrupació Cicloturista Puig.
-Es inevitable preguntarte por proyectos futuros…¿habrá un tercer disco solista? ¿qué fue del proyecto de un boxset de los Sencillos?
Habrá, de hecho mi mayor preocupación aparte de recopilar los textos para un libro futuro, es escribir canciones bonitas. Muy bonitas, muchos fans lo reclaman y el peso de Casualidades esta allí. El box-set está parado por miles de imprevistos: derechos, pereza y una falta de sustento económico importante (es lo que tiene tener un sello microscópico)
-Promociona un poco a tus bandas apadrinadas…eres un productor con gusto y siempre descubres gemas entre el magma del pop nacional.
Lav records se desvive por iLLA CAROLiNA y por The FREE FALL BAND, unos en catalán, otros en inglés, unos con chica al frente, otros como los Housemartins de Mataró, pero todos con canciones enormes. Discrepo del efecto saturacion de muchas marcas, en casa buscamos hacer fans primero. luego ya llegaran los discos, descúbranlos en sus facebooks, soundclouds y demás. Da más placer, doble placer.
Un cuestionario rápido:
-¿Rumba, tecnopop o garage?
GARAGE!!!!!!!!! en estos momentos solo quiero guitarras electricas y ruido. mañana ya veré
-¿EP de cuatro temas, ipod de 6 GB o mixtape en cassette con olor a celofán?
Me pido la cinta, con dedicatoria please
-Los Mestizos, El Niño Gusano o Niños del Brasil
Ron, Absenta y Champán, según la ocasion, según el momento. Pero todos.
-El último disco que has escuchado hoy:
The House of Love / The House of love / Creation 1988
-El último disco que has dicho: Ya me gustaría sonar así:
Big Echo de los Morning Benders
-El último tema (de la vida) sobre el que has pensado: tengo que escribir una canción (o que alguien debería escribirla, pero ya)
El sentimiento de echar de menos, es la cancion que abre mis conciertos ahora mismo…..
-La última copa que te has bebido
En la ruralidad del León más profundo, con amigos y amor
-La última canción que has tarareado
Una de los Negativos
-La última cosa que te ha sorprendido
Si abres la radio te sorprende estar tan lejos de la vida real
-El último grupo que te queda por ver
No se ha formado todavia…. odio las reuniones
-La última persona que te queda por besar
No ha nacido…..
Miqui Puig, el dandy, el último punk rocker enamorado, el de las canciones donde uno puede vivir siempre…próximo sábado 30 de Abril en la sala Jarvis.
La vida es extraña y rara de Fernando Alfaro
Texto: Octavio Gómez Milián
El nuevo disco de Fernando Alfaro (en realidad el primero que firma con su nombre en solitario, tras su trayectoria como líder de Surfin Bichos o Chucho y el experimento en la zona “Carnevisión”) se llama La vida es extraña y rara, interpretado junto al multiinstrumentista Raúl Fernández, Refree.
Un compendio de canciones que tienen el ritmo pausado y narcótico como señal diferenciadora y que se vertebran en las estupendas letras de Alfaro. Como el tema que abre el disco, Extintor de incendios, una nana tóxica de esas que te atrapan con la primera escucha, la despedida de un rebelde frente al río del olvido. El segundo corte, Camisa hawaiana de fuerza, había sido rodada ya en directo por Fernando Alfaro y es una de esas canciones totales, plena de imágenes, mostrando cómo se puede interpretar la locura con pianos de juguete. La dulzura afrancesada con la que se abre Los Héroes podridos no es más que una canción social donde se mezclan los zombies, la violencia doméstica y la retransmisión detallista de la tragedia por la televisión, partes continuados, el mando a distancia es el nuevo cetro. El dolor del miembro fantasma retoma obsesiones del imaginario de Alfaro: la mutilación como religión y zona de contactos, Cronenberg y las amalgamas cárnicas. Otro de los temas claves del disco, supurando hiel y carcoma amorosa. Con Gol psicológico no te das cuenta de que estás escuchando una letra con tópicos futbolísticos hasta que es demasiado tarde, pero es una buena canción. La dulzura acústica de Teléfono de Atropellos, tiene un punto bucólico inédito hasta que el colmillo afilado de Alfaro hace su aparición justo al aparecer la tormenta. El tono retro de El último crooner santo, el último lobo, nos ofrece un arreglo cincuentero, casi en la onda de Bobby Darin o el Roy Orbison más calmado. Un viaje largo, largo, tiene el aguardiente del Cantábrico sosteniendo la canción, no solo por la presencia puntual en las voces de Nacho Vegas, nubarrones de Barry Gifford para uno de los temas cumbres del LP. La violencia del Chucho aparece en Hijo de perra, caústico y amenazante, un tema que puede funcionar muy bien en directo, con un guiño al limón, la sal y la frontera mexicana. Las trompetas siguen con sus guiños en el Himno del Caminante Kamikaze, como una versión postmodernas de Ghostriders in the sky mezclada con la Balada de los Boinas Verdes. Burbujas y voces de Raudive nos llevan hacia la trufa venenosa. Es el final del camino para el disco del retorno de Alfaro, uno de los grandes, desnatado en electricidad, sigue lúcido en los textos, aunque extraño un poco de mala leche.
Los días desierto de Abraham Boba (Limbostarr, 2011)
Texto: Octavio Gómez Milián
Soy y seré fan siempre de Abraham Boba, canciones como “Las hermanas Sánchez” o “Hagamos algo antes de morir” han sido parte de mis días durante mucho tiempo. También la historia de la chica que envolvía regalos en hojas de El País o el desierto que separaba un amor del Amor con mayúsculas. Así que esperaba con ansiedad (la misma que le dedico a Leonard Cohen o Fito Páez) la nueva entrega del pianista más elegante de España.
Por fin llega a mis manos en vinilo (y cd de regalo dentro) de Los Días Desierto, la tercera entrega de Abraham Boba. Y escucho, recapacito, vuelvo a escuchar y incluso comparo mitologías con otro seguidor de Boba, como es el pintor Luis Díez.Ambos coincidimos que el disco sorprende y exige.
Madurado a través de los meses y grabado en el tiempo que Boba ha tenido libre (recordemos que su teclado y acordeón han dado brillo a las últimas grabaciones y giras de Nacho Vegas o Julio de la Rosa), Los días desierto se ha grabado en Zaragoza, en los estudios El Cariño y cuenta entre el plantel de músicos con el aragonés Eduardo Baos (miembro de la mítica banda El Polaco y actualmente bajista de Tachenko), además de con el batería Pablo Magariños, ya habitual en las grabaciones de Boba y Álvaro Segovia en guitarras.
Basura madura abre el LP, un tema árido, del blanco que trae el olvido, abiertamente urbano, pero que juega con la lírica de la habitación cerrada y que sirve como declaración de intenciones para el disco, el siguiente tema Podría haber sido peor, crece con los coros (de lo mejor del disco, los distintos juegos vocales tras los que encontramos a Ana Galletero o Raúl Pastor), la soledad en la contemplación de los recuerdos. Cosas que duelen es el primer gran corte del disco, juegos semánticos efectivos a base de arreglos de vodevil y Fin de año tiene uno de esos versos matadores “Llevo un año ganando tiempo para perderlo”, con coros y palmas alimenticios.El cierre de la cara A llega con El hombre perdido, una estampa de bolero, levísima que crece con el carisma literario de Boba y la belleza acústica que amalgama teclas, batería y voces.
La cara b se abre con Como en Hollywood, un guiño cómplice a los mitos, a los lugares imposibles, al material del que están hechos los sueños, piano bar a la manera de Aznavour, perezoso y noctámbulo, sube el nivel lúdico con Algunas verdades domésticas, casi una miniatura pop en las manos sabias de la banda. La canción cumbre del disco es sin duda Así se vive aquí, donde la capacidad narrativa de Abraham Boba es tan sugerente que uno lo coloca a la altura de los grandes (de los que hemos nombrado al principio, pero también del secreto tanguero noise de Moretti y sus Estelares o cuando Luis Alberto de Cuenca se hace letrista). Cuando el instrumental Los días desierto parece puntear el final, la capacidad épica de Boba vuelve a repuntar en una canción de esas que son tan emocionantes que duelen, Otra canción de amor, trepidante alegato al amor oscuro de brillante resolución.
Un disco nada complaciente, un disco que confirma la realidad privada de uno de los mejores compositores de canciones que hay ahora mismo en España. De nuevo, gracias, sinceramente, señor Boba.





















